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jueves, 26 de agosto de 2010

SITUACIÓN IMAGINARIA

Fue mi última semana en aquel país, ya había terminado mi vida de esclavitud. Solo recuerdo una serie de sucesos que amargaban la vida de los egipcios. El agua convertida en sangre, las ranas que llenaban la tierra, las plagas de piojos y moscas, ni hablar de la muerte del ganado y las úlceras en las personas. El panorama era aterrador y esto era solo el comienzo. Recuerdo un día que el cielo se convulsionó, truenos, relámpagos y un fuerte granizo que acabó con la vida de más de un egipcio y con todo animal que habitaba en el campo. Después de eso una nube de langostas cubrió la faz de la tierra y devoraba todo lo que encontraba en su camino. Una mañana cuando desperté noté que el sol no había salido aun, y así fue por tres días, densas tinieblas cubrieron las calles y nadie salía para realizar trabajo alguno.
Yo ya había escuchado hablar de un tal Moisés que hacía cuarenta años vivió como un egipcio más en este lugar, pero ahora él enfrentaba a faraón, y el Dios de Israel lo utilizaba para causar todo esto en pro de alcanzar nuestra libertad. Jamás olvidaré una cena especial que compartí con mi familia, el cordero y las hierbas amargas sobre las mesas, comimos de pie, rápido y en nuestras puertas pusimos una marca con la sangre del animal sacrificado. Esa noche el llanto y lamento de las familias egipcias no me dejaron dormir fue muy angustiante aquella situación, pues todos sus primogénitos murieron.
Al día siguiente las cosas cambiaron, la noticia era que debíamos reunirnos en Ramesés para partir a Sucot, no lo podía creer, éramos libres, al fin libres. Salimos en el mes de Abib y Moisés consagró mi vida y la de todo primogénito para Jehová.
Llegamos a Sucot y acampamos en Etam a la entrada del desierto, por la mañana nos dispusimos a salir y de repente una enorme nube se posó sobre el pueblo cubriéndonos del calor insoportable, así caminamos durante todo el día y de a poco llegó la noche y el frío se comenzó a sentir, la oscuridad del desierto era espesa y espeluznante, más el poder de nuestro maravilloso Dios no se hizo esperar, una ola de fuego se manifestó en el cielo iluminando nuestro camino y dándonos calor.
Me sentía asustado y cansado, mis sandalias llenas de polvo de tanto caminar, los gritos de las personas desesperadas buscando a sus amados de entre la gente… Continuará...

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