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miércoles, 10 de noviembre de 2010


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La Dra. Teresa de Jesús Martínez, presenta la Mekilta de Rabbí Ismael, un Comentario rabínico al libro del Éxodo. Mekilta es una palabra aramea que significa “medida”, “regla” para deducir leyes a partir de las Escrituras utilizando el método derásico.

Dijo Moisés al pueblo: No temáis. He aquí que Moisés los animaba. Para dar a conocer la sabiduría de Moisés, cómo estuvo aplacando a todos aquellos millares y miríadas. Y de él está explicado en la tradición escrita: Y la sabiduría da más fuerza al sabio etc. (Ecl. 7,19).

Manteneos firmes (htysbw) y ved etc. Le dijeron los israelitas: ¿Cuándo? Les dijo Moisés: Hoy ha descansado sobre vosotros el espíritu santo…

Pues tal como habéis visto hoy a los egipcios etc. En tres lugares advierte el Omnipresente a los israelitas que no vuelvan a Egipto, por que se dice: Pues tal como habéis visto hoy a los egipcios, no volveréis a verlos nunca jamás. Y también: No volveréis más a tornar por este camino (Dt. 17,16). Y se dice: Por la ruta de la que Yo te había dicho: No volverás a verla más (Dt. 28,68).

Pero las tres veces volvieron y las tres veces cayeron. La primera en los días de Senaquerib, por que se dice: ¡Ay de aquéllos que baja a Egipto en busaca de socorro! (Is. 31,1).

La segunda, en los días de Yohanán ben Qareah (Jr. 43,1-7), por que se dice: Sucederá que la espada que vosotros teméis os alcanzará allí en el país egipcio (Jr. 42,16).

La tercera, en los días de Trajano, (destruyó personalmente la magnífica sinagoga de Alejandría). Las tres veces volvieron y las tres veces cayeron.

Los israelitas se dividieron en cuatro grupos junto al mar. Uno decía: Echémonos al mar. Otro decía: Volvamos a Egipto. Otro decía: Presentémosle batalla. Y otro decía: Gritemos contra ellos.

Al grupo que había dicho: Echémonos la mar, se le dijo: Manteneos firmes y veréis la salvación de Yhwh.

A los que habían dicho: Volvamos a Egipto, se les dijo: Pues tal como habéis visto hoy a los egipcios etc. Al que había dicho: Presentémosle batalla, se le dijo: Yhwh combatirá por vosotros. Y al que había dicho: Gritemos contra ellos, se les dijo: Y vosotros teneos quedos.

Yhwh combatirá por vosotros. No sólo en esta hora, sino que siempre combatirá contra vuestros enemigos.

R. Meir dice: Yhwh combatirá por vosotros: Si cuando estabais callados Yhwh combatía por vosotros, con tanto mayor motivo cuando estéis dándole alabanza.
Rabbí dice: Yhwh combatirá por vosotros: El Omnipresente os hará milagros y hazañas, ¿y vosotros permaneceréis callados? Dijeron los israelitas a Moisés: Moisés, maestro, ¿Qué tenemos que hacer? Les dijo: Ensalzad y glorificad y alabad y entonad cánticos de alabanza y de adoración y glorificación a Aquél de quien son las batallas, tal como se dice: Elogios de Dios haya en su garganta (Sal. 149,6). Y también se dice: Levántate, Dios, sobre los cielos, sobre toda la tierra (levántese) tu gloria (Sal. 57,12). Y también: Yhwh, Tú eres mi Dios; te ensalzaré, alabaré tu Nombre (Is. 25,1).

En aquel momento abrieron los israelitas la boca y dijeron: A Yhwh cantaré, pues se ha henchido de gloria etc. (Ex. 15,1).

Dijo entonces Yhwh a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Etc. R. Yehosúa dice: Dijo el Santo, bendito sea, a Moisés: Moisés, los hijos de Israel no tienen otra cosa que hacer sino ponerse en marcha solamente.


En el Comentario bíblico Adventista Tomo I, aparece la siguiente explicación:

13. No temáis. Aunque es comprensible la alarma de los hebreos, el noble valor y la confianza de Moisés son sorprendentes. Una transformación en verdad notable se había efectuado en él desde el tiempo cuando tímidamente le objetaba al Señor (caps. 4:1, 10,13; 5:22,23). Aunque quizá sólo entendía vagamente que Dios sería “glorificado en Faraón y en todo su ejército” (vers. 4), ahora permaneció tranquilo y confiado en que todo iría bien. Su propia serena confianza se refleja en su admonición al pueblo de que aguarda pacientemente la liberación del Señor. Es obvio que había poco más que él pudiera hacer. Moisés no sabía cómo Dios podría cumplir su voluntad, pero su propia experiencia al cooperar con Dios en la tierra de Egipto le aseguraba que el Altísimo era plenamente capaz de rescatar a su pueblo, a pesar de lo improbable que pudiera parecer tal perspectiva. Moisés mismo estaba apenado porque su pueblo mostraba tan poca fe.

Los egipcios. Es decir, la gran hueste de Faraón. Leemos en la VVR: “Porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis”. Expresada así, la afirmación significa que verían a si enemigos tan sólo como cuerpos inertes en las orillas del mar Rojo (vers. 30).

15. ¿Por qué clamas a mí? Estas palabras del Señor implican que Moisés había recurrido a Dios en procura de ayuda quizás poniendo delante de él las quejas del pueblo. Ellas no implican un reproche de parte de Dios, sino que constituyen una admonición para que actuara resueltamente.


Biblia Comentada, textos de la Nacar-Colunga I Pentateuco, Profesores de Salamanca.

La interposición del “ángel de Yahvé” y de la “nube” entre el campo del faraón y el de Israel impidió que los egipcios se arrojaran sobre los hebreos. Entonces vino el prodigio que el texto sagrado nos cuenta de dos maneras diversas: “Moisés tendió su mano sobre el mar e hizo soplar Yahve sobre el mar toda la noche un fortísimo viento solano que lo secó” (v. 21). Esto debió tener lugar en una lengua del mar, en un momento en que las aguas se retiraban por efecto de una marea baja acentuada por un “viento solano”, provocado oportunamente por Dios, de modo que los israelitas pudieran pasar a pie enjuto. Los egipcios de dieron a perseguirlos, y Dios hizo que “las ruedas de sus carros se enredasen unas con otras”, de modo que muy penosamente avanzaban. Los egipcios entonces se lanzaron a la desbandada, pues reconocieron que una fuerza divina estaba con los israelitas.
En el relato hay otra versión más dramática, en la que los hechos se agrandan e idealizan. Cuando Israel se ve acosado de los egipcios por la retaguardia y con el mar ante sí, comienzan a quejarse. Pero Dios interviene: ¿A qué esos gritos? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha, y tú alza tu cayado y tiende tu brazo sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por el medio (v. 16). Las aguas formaron una muralla a la derecha y a la izquierda, y los hebreos entraron por el camino en seco y en pos de ellos los egipcios (v. 17). Yahvé manda después a Moisés extienda su mano, y las aguas se juntaron otra vez, cubriendo carros, caballeros y a todo el ejército del faraón, mientras que los israelitas pasaron a pie enjuto en medio del mar, formando las aguas una muralla a la derecha y a la izquierda (v. 26-29).

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