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domingo, 28 de noviembre de 2010

CONCLUCIÓN


A lo largo del trabajo que hemos compartido con ustedes, llegamos a la conclusión de que el pueblo tuvo su falta de fe en el Señor. Si bien no es fácil, ejercer esa fe frente a las adversidades de la vida, no debemos olvidar que Dios siempre está de nuestro lado, que no dejemos lugar a la duda, y desconfianza y que estemos siempre dispuestos a aceptar la invitación de Dios de que debemos marchar. Para la gloria y la honra de su nombre.

Cierro con una cita de Elena de White, que se encuentra en el libro Patriarcas y Profetas:

No era cosa fácil mantener a las huestes de Israel en actitud de espera ante el Señor. Faltándoles disciplina y dominio propio, se tornaron violentos e irrazonables. Esperaban caer pronto en manos de sus opresores, y sus gemidos y lamentaciones eran intensos y profundos. Habían seguido a la maravillosa columna de nube como a la señal de Dios que les ordenaba avanzar; pero ahora se preguntaban unos a otros si esa columna no presagiaría alguna calamidad; porque ¿no los había dirigido al lado equivocado de la montaña, hacia un desfiladero insalvable? Así, de acuerdo con su errada manera de pensar, el ángel del Señor parecía como el precursor de un desastre.
Pero entonces he aquí que al acercarse las huestes egipcias creyéndolos presa fácil, la columna de nube se levantó majestuosa hacia el cielo, pasó sobre los israelitas, y descendió entre ellos y los ejércitos egipcios. Se interpuso como muralla de tinieblas entre los perseguidos y los perseguidores. Los egipcios ya no pudieron localizar el campamento de los hebreos, y se vieron obligados a detenerse. Pero a medida que la obscuridad de la noche se espesaba, la muralla de nube se convirtió en una gran luz para los hebreos, inundando todo 291 el campamento con un resplandor semejante a la luz del día.
Entonces volvió la esperanza a los corazones de los israelitas. Moisés levantó su voz a Dios. Y el Señor le dijo: "¿Por qué clamas a mí? di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre la mar, y divídela; y entren los hijos de Israel por medio de la mar en seco."

El salmista describiendo el cruce del mar por Israel, cantó:
"En la mar fue tu camino,
y tus sendas en las muchas aguas;
y tus pisadas no fueron conocidas.
Condujiste a tu pueblo como ovejas,
por mano de Moisés y de Aarón."
(Sal. 77: 19, 20.)

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